Traduttore, traditore!
Esta semana he tenido la suerte de disfrutar de dos piezas de caza mayor a las que había echado el ojo hace tiempo: novela de ajedrez y Gotas de Sicilia. O mejor dicho, Die Schachnovelle y Gocce di Sicilia. Y es que quería hablar un poco de la importancia de los traductores y de aprender idiomas.
Lo malo de no saber alemán es tener que elegir la traducción para leer a Zweig. Y los problemas empiezan con el título: Chess story, The royal game, Novela de ajedrez y Una partida de ajedrez. No te equivoques, son todos el mismo libro, debería ser el mismo contenido: Die Schachnovelle.
Después de comparar varias versiones, sí, bendito Amazon y su posibilidad de descargarte unas hojas de prueba, elijo una traducción de Ana Bello para una editorial argentina, ediciones Godot. Si queréis hacer la prueba, comparad la primera página de esta edición y la de Acantilado. La primera es sencilla, clara, directa y la segunda contiene más adjetivos, giros, frases más largas y enrevesadas. Aquí cada cual, con sus gustos personales, pero yo no dejo de preguntarme cómo lo ejecutó el autor en su lengua nativa, qué hizo Zweig con ese alemánquejuntaochopalabrasysaleunanueva. Pues no lo sé, pero solo por eso merecería la pena estudiar alemán.
Y luego, Gotas de Sicilia, que traduce David Paradela para Gallo Nero ediciones. Nos encontramos con siete relatos de calidad variable (tres de ellos muy recomendables), el primero de ellos imposible de leer. ¿Por qué? Porque Camilleri es siciliano y escribe en italiano, pero casi siempre introduce fragmentos en dialecto. Y en este relato son muchos.
El traductor (que hace bien en justificarse en una nota al final del libro) perpetra una traducción mediante la cual intenta ponernos en el lugar de un lector italiano. Y se pone a destrozar el castellano introduciendo palabros que a mi me suenan como galleguismos, extremeñismos o argentinismos, pero demasiado vulgares, patéticos. Tal vez un lector catalán o madrileño hayan podido apreciar el esfuerzo, cosa que dudo. El traductor destroza el texto. Pero me pregunto por qué no intentó catalanizarlo para representar un dialecto de nivel inferior, estigmatizado, que es lo que es el siciliano en Italia. Supongo que eso no se puede hacer en España hoy en día. En realidad, tampoco funcionaría porque el catalán y el siciliano no están en el mismo plano, no trabajan en el mismo contexto. El catalán es una lengua con todos sus atributos, su literatura, sus hablantes cultos, su uso profesional. Y el siciliano, que para mí también es una lengua, es considerado en Italia un dialecto, algo inferior y supeditado al italiano: burdo, marginal, de baja estofa.
Me pregunto cómo se hace esa traducción al inglés, ¿cockney?¿acento irlandés?. Se pone todo demasiado político, se tocan sentimientos. No sé, ya que un traductor al español se pone creativo, podría haber utilizado el lunfardo, se habría acercado más a lo que el autor quería significar.
Aunque leo a otros autores italianos en su lengua nativa, hasta ahora no me había atrevido con Camilleri en versión original por miedo a perderme algo, pero visto lo visto, estaba equivocado.